Una de las facturas de la luz más elevadas es, muy probablemente, la de las empresas. Por ejemplo, una empresa de oficinas requiere, como mínimo, 8 horas de ordenadores funcionando y el mismo tiempo de aire acondicionado en verano y calefacción en invierno.
La monitorización nos ayudaría a conocer el origen de los mayores gastos, trabajar en la eficiencia y volver a monitorizar los resultados para comprobar el ahorro.
Lo ideal es hacer la monitorización tanto en los meses de invierno, para comprobar el gasto en calefacción, como en los de verano, para ver cuánto gastamos en aire acondicionado. El seguimiento en estos meses nos podría ayudar a visualizar también las diferencias en el gasto en electricidad por épocas.
Tras valorar la procedencia de los principales gastos, la solución podría pasar, por ejemplo, por instalar detectores de presencia que permitan apagar la luz mientras no haya nadie en una determinada estancia, especialmente por la noche o fuera del horario laboral. También podría ser de gran ayuda la sustitución de los sistemas de calefacción y aire acondicionado por un aparato regulable que emita igualmente frío o calor según las necesidades y que mantenga una temperatura constante.
Además, siempre podemos fomentar algunas buenas prácticas entre los empleados, como desconectar el ordenador y la pantalla cuando acabemos nuestra jornada laboral o cerrar la puerta para mantener el frío en una estancia.
Cuando hablamos de monitorización, ésta debe hacerse en tiempo real para controlar los resultados en tiempo real y corregir los más evidentes y también a medio plazo, para comparar resultados y encontrar la vía para optimizarlos.
De esta forma, a medio o largo plazo la empresa podría ahorrar un porcentaje de su factura actual con una inversión pequeña.
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